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dilluns, 13 d’abril del 2015

Claire Goll (2003) A la caza del viento. Valencia: Pre-textos (Narrativa Contemporánea)

Sed de apurar gozos y sombras del tiempo que nos toca vivir.


Claire  Goll vivió la primera mitad del siglo XX, tormentosa y exultante, en los escenarios más apropiados : Munich, Berlín, Zurich y Nueva York. Siempre rodeada de artistas e intelectuales de prestigio, siempre a la caza del viento.

La autora se presenta como una mezcla de mujer fatal e independiente, convencida de que debe figurar en segundo plano porque el mundo es de los hombres y ella abomina del feminismo.
Desde la atalaya de sus 85 años, cuando "se ve la vida por el extremo de los anteojos, asume el papel de espectadora de excepción y pasa revista a un mundo que ya se está extinguiendo pero que ha dejado honda huella.

La primera página es impactante. Presume de haber tratado a personajes ilustres y los describe lanzando improperios, pocos títeres quedarán sin cabeza. Empieza por James Joyce:

"¿Un pez polar? ¿Un bogavante con caparazón de ostra? Respeto demasiado a los animales, aunque sean medusas o moluscos, para compararlos con esa momia disecada, esa cáscara sin savia ni calor, ese fruto seco de Joyce." P. 9.

La frase final de esta primera página encierra un original leitmotiv:

"He amado algunos hombres y bastantes más me han amado, pero hasta los setenta seis años no tuve mi primer orgasmo."

Tendremos que esperar hasta la página 289 para saber el tipo de relación que posibilita tal acontecimiento. No es mala hipérbole para captar la atención de quien está leyendo.


Claire Goll es desmesurada y mordaz en el uso de imágenes para retratar a personajes como Rainer Maria Rilke o Jean Cocteau:

"Mantenido por Oscar Reinhardt, el millonario comerciante de cañones, transformaba el dinero del crimen en odas  o en elegías. Allí Rilke seguía estando al margen, como estuvo al  margen de su muerte cuando la historia quiso que sucumbiera al pincharse con una rosa enviada por Eloy Bay, la bella egipcia, su última amante. Plebeyo, tuvo una muerte de plebeyo, y la espina de la rosa sólo estaba allí para ocultar poéticamente la leucemia que se lo llevaba de forma inexorable."." P. 101.


"Cocteau, flaco como una lechuza desplumada, mariposeaba a su alrededor. Con su corte de esnobs y de efebos perfumados, Cocteau iba detrás de todo aquel que tuviera un nombre. Ante el mundo elegante y las fortunas establecidas quería vivir con estilo, pero sólo alcanzaba a agitar cascabeles y lentejuelas. Estuviera feliz o cansado, lo suyo eran los suspiros lanzados al foro y recogidos por una asamblea que maullaba como una camada de gatos." P. 113.


1911-1977

¿Por qué Claire Goll a su vejez decidió a escribir sobre su vida? ¿Por qué se otorga un protagonismo, aunque se esconda en su actitud de espectadora privilegiada que no aspira a unos minutos de gloria? Supongo que fueron varios los motivos, aunque ella, siempre elegante, responda con una razón que no admite réplica:

"Sólo las palabras salvan del olvido, permiten al final, despertar un poco." P. 13.

Sus metáforas nos despiertan a toque de trompeta llamando al combate.





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